RELACIÓN DE HALLOWEEN CON LAS CALABAZAS
Cuenta la leyenda que Jack era un hombre ruin y malvado con una fuerte afición por la bebida y una astucia incomparable para salirse con la suya. Un día, el diablo se le apareció para reclamar su alma pero Jack le pidió que se convirtiera en unas monedas para poder tomarse un último trago. Cuando el diablo se introdujo en su bolsillo, Jack metió una cruz de madera y lo atrapó, obligándole a jurar que le daría diez años más de vida en los que no podría hacerle nada. Desesperado, el diablo tuvo que aceptar el chantaje.
Pasados los diez años, el demonio regresó para cobrar su deuda pero, como parece ser que debía hacer siempre antes de sesgar un alma, aceptó cumplir la última voluntad de Jack. Este le pidió que trepara a un árbol y le trajera la manzana que había crecido más alta de todas y, cuando el diablo ya estaba arriba, talló una cruz en el árbol y lo rodeó con pequeñas cruces de madera, atrapándolo de nuevo. Esta vez, consciente de su segunda victoria, Jack le exigió que dejase su alma para siempre.
Con el tiempo, Jack muró y su espíritu fue expulsado del cielo por los múltiples pecados que había cometido en vida. Entonces, buscando refugio, bajó a los infiernos e intentó convencer al diablo de que le acogiera allí. Este, rencoroso todavía, le recordó que no podía poseer su alma y le expulsó del infierno, arrojándole unas brasas que arderían eternamente. Jack las introdujo en un nabo y lo utilizó para alumbrar su camino por la Tierra mientras busca algún lugar de descanso y reposo para su alma atormentada.
A finales del siglo XIX, esta leyenda ya estaba muy extendida y el Jack O´Lantern era un método para alejar al diablo en las noches de Halloween. Debido a que había un excedente de calabazas en el país y a que eran más fáciles de vaciar y tallar, los nabos fueron siendo sustituidos hasta que la calabaza se convirtió en un símbolo inherente a la propia celebración de Halloween.
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